Pero siempre lo más difícil no será encontrarla sino mantenerla;
porque las relaciones actualmente se caracterizan por lo efímeras, y
vivir en pareja en forma estable por muchos años parecería haberse
convertido en algo imposible.
Para poder estar en pareja primero hay que aprender a estar solo. La
experiencia de soledad nos obliga a autoabastecernos y a organizarnos
sin contar con nadie para sobrevivir. De modo que de esa manera se
eliminan varios escollos, que es buscar a alguien para no estar solos, o
para que nos atienda o para que nos mantenga. El que puede estar solo apreciará más lo opuesto que es vivir en compañía para crecer juntos y compartir la vida. Formar una pareja es para personas maduras, estables y sin compromisos, dispuestas a cambiar su vida.
Muchos están tan preocupados por asegurarse su propia felicidad
que esperan encontrar a la persona ideal, sin pensar que en una
relación tienen también la posibilidad de hacer feliz a alguien. La idea de pareja que cada uno tiene es diferente. Esta idea
depende de varios factores; el principal es la experiencia de la
infancia con personas que han sido significativas, principalmente los
padres, aunque también los valores, los prejuicios, la cultura y los intereses, tienen importancia en la elección de pareja.
La mayoría persigue inútilmente a un ideal. El ideal, es una
abstracción y no existe en la realidad concreta, porque las cualidades
que muchos buscan no se pueden encontrar en una sola persona, y nadie
puede competir con el ideal. La única forma de encontrar una pareja estable es renunciando a la
pareja ideal. Si lo logramos, podremos ver que casi siempre estaba más
cerca de lo que creíamos, sólo que no la veíamos, porque por alguna
razón teníamos el umbral de percepción demasiado alto.
Dentro del encuadre psicoanalítico, la idea de pareja se va formando
desde muy temprana edad y en forma inconsciente buscamos a alguien como
la madre que teníamos o el ideal de madre que queríamos ó al padre que
teníamos o al ideal de padre que hubiéramos querido tener. Por eso, cuando elegimos pareja inconscientemente estamos buscando a
un padre o a una madre. Nos inspiramos en esos modelos porque han sido
nuestras primeras parejas ideales a quienes tuvimos que renunciar para
lograr salir del triángulo amoroso familiar. Eso se hace posible cuando se ha aceptado que a nuestro padre no lo
podemos tener porque es de nuestra madre o a nuestra madre tampoco
porque es del padre y que ninguno de los dos es para nosotros.
Esta elaboración emocional del triángulo familiar, se cumple cada vez menos por la irregularidad de las relaciones familiares produciendo dificultades en las relaciones de pareja. Cuanto más confundida está una persona más lejos irá a buscar a una
pareja. Antiguamente algunos se relacionaban en forma epistolar y no
llegaban a verse nunca. Actualmente se forman parejas por Internet a
miles de kilómetros de distancia. La distancia es inversamente proporcional al compromiso y evita el contacto físico que muchos, por alguna razón, temen. Es importante señalar que nunca hay que descartar a una pareja sin antes tener la oportunidad de conocerla.
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