Se caracteriza a la violencia familiar en la que alguien
con más poder abusa de
otras con menos poder. El término violencia familiar alude
a todas las formas de abuso que tienen lugar en las relaciones
entre los miembros de la familia. La
relación de abuso es aquella en la que una de las partes
ocasiona un daño físico y/o psicológico a
otro miembro. Este daño se puede dar ya sea por
acción o por omisión, y se da en un contexto de
desequilibrio de poder.
Para establecer que una situación familiar es un
caso de violencia familiar, la relación de abuso debe ser
crónica, permanente y periódica,
refiriéndonos así a las distintas formas de
relación abusiva que caracterizan un vínculo
familiar. Entre las principales características que puede presentar una
familia que
sufre de violencia son las siguientes:
- Generalmente en las familias en las que aparece la violencia familiar tienen una organización jerárquica fija o inamovible, Además sus miembros interactúan rígidamente, no pueden aportar su propia identidad, deben actuar y ser como el sistema familiar les impone.
- Las personas sometidas a situaciones críticas de violencia familiar presentan un debilitamiento de sus defensas físicas y psicológicas, lo que conduciría a un incremento en los problemas de salud. Muchas padecen de depresión y enfermedades psicosomáticas.
- También estas personas muestran una disminución marcada en el rendimiento laboral. En los niños y adolescentes tienen problemas de aprendizaje, trastornos de la personalidad, etc.
- Por lo general las personas que viven afectadas por la violencia familiar, como se criaron dentro de este contexto, tienden a reproducirlos en sus futuras relaciones.
MUJERES
MALTRATADAS. NIÑOS MALTRATADOS:
La mayor vulnerabilidad femenina no solo se debe a
causas físicas, también incide en que las mujeres
suelen concentrar en la mayoría de los casos, la mayor
carga y responsabilidad en la crianza de los hijos,
además por diferentes cuestiones culturales condensan las
tareas hogareñas y mantienen una mayor dependencia
económica como cultural de los hombres. Una mujer que
abandona su hogar se encuentra en mayor riesgo que un
hombre, pero
debe tenerse en cuenta que las mujeres que dejan a sus abusadores
tienen un 75% más de riesgo de ser asesinadas por el
abusador que aquellas que se quedan conviviendo.
En algunos casos se trata de golpeadores que fueron
maltratados en su propia infancia
(56.7% de los casos totales), al intervenir patrones de
repetición de los modelos de
crianza parentales en los diferentes tipos de castigos
administrados a sus hijos, pero no ocurre de este modo
necesariamente. También cabe considerar que muchos padres
perciben como justos los castigos implementados, o perciben la
desproporción del castigo ofrecido con las supuestas
faltas cometidas, que se justifica de alguna manera (por los
nervios, la pobreza,
etc.). Es considerable que los mismos adultos golpeadores suelen
manifestar y percibir que han golpeado a sus hijos en muchas
menos ocasiones de lo que realmente lo hacen. Si bien, algunos
adultos golpeadores suelen manifestar algún afecto
posterior como arrepentimiento o lástimas, en muchos casos
se trata de padres que están a favor del castigo
físico, que se emplean para "corregir" a los
hijos.
¿POR QUE NO SE
DENUNCIA EL MALTRATO?
Debido a que en ambos casos de maltratos (en el de la
mujer y el maltrato infantil9, la mujer como esposa o como madre
vive situaciones emocionales perturbadoras, encontramos algunos
aspectos que hacen que no se efectúen denuncias en contra
del agresor:
- Por pérdida de autoestima. Baja autoestima que impide dar respuesta a la agresión.
- Ambivalencia hacia el maltratador por el que siente miedo, agresividad y amor.
- Ansiedad de la marcha que conlleva la responsabilidad del fracaso familiar y, en la mayoría de los casos, hacerse cargo de los hijos.
- Consecuencias económicas de una marcha. La dependencia económica y afectiva de la víctima con el agresor. Falta de recursos económicos. No tener a donde ir, etc.
- Ineficiencia de los apoyos jurídicos para protegerla y el temor permanente a ser agredida de nuevo por la pareja que puede seguir persiguiéndola. Falta de apoyo de la propia familia y de las instituciones en general.
- Tristeza, vergüenza, reticencia por el intercambio de opiniones, de experiencias (en la entrevista, denuncia, etc.). Ocultar el problema por vergüenza.
- Indecisión. Tendencia a desvalorizarse y culpabilizarse. Actitud temerosa.
- La no aceptación del fracaso matrimonial o de pareja queriendo sostener la relación hasta límites insoportables.
- La falta de conciencia de estar siendo maltratado (solo se debe denunciar cuando hay lesión). El sentimiento de culpa a la hora de denunciar al padre de sus hijos.
- El desánimo al ser concientes de que no va a servir para nada.
- La tolerancia del maltrato por parte de la víctima.
Sólo el 5% de los maltratos familiares son
denunciados, es decir, sólo se denuncia el maltrato cuando
este es brutal o muy reiterado. Muchas mujeres retiran las
denuncias antes de los juicios, casi siempre por miedo y bajo
amenazas. Un factor que hay que tomarse en cuenta es la
dificultad que tiene la víctima para probar los hechos,
como llevar testigos. Los certificados de lesiones aportados no
siempre tienen el poder probatorio de la existencia de la
violencia familiar, ya que si bien certifican las lesiones, no
acreditan quien las produce.
Dado que los mecanismos legales no actúan con
rapidez, la mujer maltratada debe irse del domicilio familiar con
sus hijos a una casa de un familiar, amiga, etc. mientras el
agresor se queda en el domicilio. La nula protección a la
víctima hace que sobre ella recaiga el peso de coordinar
los distintos procedimientos
civiles y penales a los que debe acudir, meta difícil de
obtener con los resorte legales existentes en nuestro
país.
Hay ciertas dificultades que la mujer evalúa en
su ruptura:
- Riesgo de buscar ayuda o decidirse, la violencia física o el daño psicológico: riesgo de un aumento de amenazas y de la violencia física (hijos, familia, víctima), de que el agresor amenace con suicidarse, de hostigamiento continuo, de secuestro de los hijos, etc.
- Riesgo económico: riesgo de poder adquisitivo, de perder ingresos o trabajo, relaciones, miedo a sentirse sola (el agresor la ha separado de sus amistades y familiares poco a poco, en algunos casos), etc.
- Miedo de las actitudes de los amigos, profesionales, familiares, etc.: riesgo de no ser creída, de que tengan una actitud crítica con ella, etc.
También es importante destacar que las causas de
denunciar o no, dependen en gran grado del tipo de ruptura que se
haya llevado:
- Ruptura Rápida: la mujer se va y denuncia en cuanto aparecen las primeras manifestaciones de violencia. Por lo general se presenta en los siguientes casos: la mujer tiene el grado de estudios necesario para encontrar un trabajo, tiene amigo con los que contar, no tiene pasados familiares de violencia, tiene alternativas, conoce recursos y tiene acceso a ellos, tiene una buena autoestima.
- Ruptura a Disgustos: la mujer se separa tras varios años de soportar violencia, después de haber intentado salvar la relación. Reduce su culpabilidad puesto que ha hecho todo lo que ella pensaba que podía salvar su pareja. Por lo general se presenta en los siguientes casos: la mujer ha puesto medios para poner fin a la violencia, ha buscado ayuda (psiquiátrica, etc.), ha intentado salvar su matrimonio, su decisión ha sido pensada y meditada, evalúa que el precio del abuso es demasiado alto para ella y los niños y debe irse.
- Ruptura Evolutiva: la mujer abandona la relación y vuelve sucesivas veces, hasta adquirir el convencimiento de que es preferible afrontar los problemas derivados de la separación que soportar la tortura de semejante relación. La violencia se añade a la dificultad de irse. Por lo general se presenta en los siguientes casos: la mujer tiene baja autoestima, no conoce los recursos, tiene dificultades económica, tiene pocas probabilidades de trabajar fuera de casa, comulga con los estereotipos femeninos (muy arregladas, conforme al gusto del hombre), tiene la responsabilidad de los hijos, le teme a la sociedad, se siente aislada.
- Maltrato Infantil: es cualquier acción u omisión, no accidental que provoque un daño físico o psicológico a un niño por parte de sus padres o cuidadores.
- Maltrato Físico: se refiere a cualquier lesión infligida (hematomas, quemaduras, fracturas, lesiones de cabeza, envenenamiento, etc.), que no es accidental y que provoca un daño físico o enfermedad en un niño o adulto. Puede ser el resultado de uno o dos incidentes aislados, o puede ser una situación crónica de abuso. El maltrato físico no se asocia a ningún grupo étnico, si no que se manifiesta en todas las clases sociales, religiones y culturas.
- Maltrato Sexual: se refiere a cualquier implicación de niños, adultos, adolescentes, dependientes o inmaduros en cuanto a su desarrollo, en actividades sexuales que no comprenden plenamente y para los cuales son incapaces de dar un consentimiento informado. En el caso de los niños es el tipo de contacto sexual por parte de un adulto o tutor, con el objetivo de lograra excitación y/o gratificación sexual. La intensidad del abuso puede variar de la exhibición sexual a la violación. De todas las formas es abuso, el abuso sexual es el más difícil de reconocer y aceptar. Según estadísticas que 1 de cada 4 niñas y 1 de cada 8 niños serán sexualmente abusados antes de llegar a los 16 años. En más del 90% el abusador será masculino y en más del 80% de los casos el abusador será una persona conocida por el niño. En la mayoría de los casos los niños nunca comunican lo que está ocurriendo. Los niños no inventan historias acerca de su propio abuso sexual, por eso en la medida de que el niño se anima a decirlo, es preciso creerles.
- Abuso y Abandono Emocional: generalmente se presenta bajo las formas de hostilidad verbal, como por ejemplo insultos, burlas, desprecio, críticas o amenazas de abandono. También aparece en la forma de constante bloqueo de las iniciativas infantiles por parte de algún miembro de la familia. Provoca graves trastornos psicológicos. En el caso de los niños, los padres muchas veces abusan emocionalmente de sus hijos basados en buenas intenciones. Pero a partir de esas buenas intenciones pueden presionarlos o avergonzarlos al punto de crearles un sufrimiento emocional crónico. Mientras que el abandono emocional puede ser desde un lugar pasivo, sin brindar afecto, apoyo y la valoración que todo niño necesita para crecer psicológicamente sano. Se refiere a la falta de respuesta a las necesidades de contacto afectivo del niño; una constante indiferenciada a los estados anímicos del niño.
- Abandono Físico: es un maltrato pasivo y se presenta cuando las necesidades físicas de un niño como alimentación, abrigo, higiene y protección no son tendidas en forma temporaria o permanentemente por ningún miembro del grupo que convive con el niño.
- Niños Testigos de Violencia: se refiere cuando los niños presentan situaciones crónicas de violencia entre sus padres. Estos niños presentan trastornos muy similares a los que caracterizan quienes son víctimas de abuso.
- Violencia Conyugal: este tipo de violencia es difícil que se haga visible hacia los demás, esto se da cuando has graves daños físicos o psicológicos. La violencia conyugal tiene un ciclo de gres fases:
Fase de la acumulación de
tensión: se produce una sucesión de
pequeños episodios que llevan a roces permanentes en
los miembros de la pareja, con un incremento constante de
ansiedad y hostilidad. El hombre
y la mujer se encierran en un circuito en el que están
mutuamente pendiente de sus reacciones.
Episodio Agudo: en el que toda la
tensión que se había venido acumulando da lugar
a una explosión de violencia, que puede variar de
gravedad, oscilando desde un empujón hasta homicidio.
Se caracteriza por el descontrol y lo inevitable de los
golpes. Las mujeres se muestran sorprendidas frente al hecho
que se desencadena de manera imprevista ante cualquier
situación de la vida cotidiana.
Luna de Miel: se produce el arrepentimiento,
pedido de disculpas y promesas de que nunca más va a
ocurrir por parte del hombre. Pero al tiempo vuelve
a reaparecer los períodos de acumulación de
tensión y a cumplirse el ciclo.
En este tipo de maltrato aparece la violencia verbal,
que refuerza la violencia psicológica. El agresor
comienza a denigrar a la víctima poniéndolos
sobrenombres, descalificantes, insultándola,
criticándole el cuerpo, comienza a amenazar con
agresión física u homicidio. El agresor va
creando un lima de miedo constante. La ridiculización en
presencia de otras personas, le grita, le culpa de todo. A
partir de estas agresiones la víctima puede sentirse
débil y deprimida.
- Maltrato a Ancianos: se define como cualquier acto que, por acción u omisión, provoque un daño físico o psicológico a un anciano por parte de la familia. Incluye agresión verbal, física, descuido de su alimentación, abuso financiero, amenazas, por parte de los hijos o de otros miembros de la familia.
El maltrato es una situación que bien puede
presentarse en todas las clases sociales, aunque la
parece ser un poco mayor en
niños que viven bajo condiciones socioeconómicas de
pobreza. Hasta
el momento existen diferentes explicaciones sobre este tipo de
actitudes por parte de los adultos y se ha visto la influencia en
alguna manera de las situaciones de gran
estrés, que hacen que toda la furia
de la persona recaiga en el niño. Pero
además, en muchos de los casos, quien comete el abuso
tiene antecedentes de haber sufrido el mismo tipo de
agresión durante su infancia o es una persona que tiene
muy poca capacidad de controlar sus impulsos. Es obvio que por
las diferencias de tamaño y fuerza entre
adultos y niños, estos últimos sufran grandes
lesiones que pueden incluso causarles la muerte.
Condiciones como la pobreza, nivel educativo bajo, paternidad o
maternidad en personas que como tal no han consolidado un hogar o
que son solteras, el abuso de sustancias psicoactivas como
las drogas y el
alcohol y otra
serie de factores, se han relacionado con estas agresiones,
aunque siempre hay tener en cuenta que el maltrato
infantil, se puede dar en todas las clases
sociales.
Los niños criados en hogares donde se los
maltrata suelen mostrar desordenes postraumáticos y
emocionales. Muchos experimentan sentimientos de escasa
autoestima y sufren de depresión y ansiedad por lo que
suelen utilizar el alcohol u otras drogas para
mitigar su stress
psicológico, siendo la adicción al llegar la
adultez, mas frecuente que en la población general.
Los efectos que produce el maltrato infantil, no cesan
al pasar la niñez, mostrando muchos de ellos dificultades
para establecer una sana interrelación al llegar a la
adultez.
Algunos niños sienten temor de hablar de lo que
les pasa porque piensan que nadie les creerá. Otras veces
no se dan cuenta que el maltrato a que son objeto es un comportamiento
anormal y así aprenden a repetir este "modelo"
inconscientemente. La falta de un modelo familiar positivo y la
dificultad en crecer y desarrollarse copiándolo, aumenta
las dificultades para establecer relaciones "sanas" al llegar a
adulto. Puede que no vean la verdadera raíz de sus
problemas emocionales, hasta que al llegar a adultos busquen
ayuda para solucionarlos.
Para muchos niños que sufren de maltrato, la
violencia del abusador se transforma en una forma de vida. Crecen
pensando y creyendo que la gente que lastima es parte de la vida
cotidiana; por lo tanto este comportamiento se torna "aceptable"
y el ciclo del abuso continúa cuando ellos se transforman
en padres que abusan de sus hijos y estos de los suyos,
continuando así el ciclo vicioso por
generaciones.
MÉTODOS
DISCRIMINATORIOS QUE EMPLEAN LOS PADRES PARA CORREGIR A SUS
HIJOS:
A muchos padres se les hace difícil pensar en
la
educación de sus hijos sin recurrir a ciertos tipos de
castigos, porque no los relacionan con maltrato.
Los profesionales distinguen entre una cachetada que se
arranca de las manos, en una situación de descontrol y
ofuscación, y la violencia ideológica, que es
aquella en que existe la convicción de que esa es la
única forma de educar a los niños. En el primer
caso, es probable que el padre o madre reconozca el error, lo
cual abre la posibilidad de una reparación, de pedir
disculpas y no repetirlo. En el segundo, en cambio, lo
anterior no es posible, básicamente porque no hay
conciencia de estar haciendo algo incorrecto.
Cuando un padre le pega a un hijo y lo justifica en que
a él también le pegaron y aprendió, es
porque no está cuestionando su conducta, pues
vive en una cultura en que
todos hacen lo mismo. Y ese es un punto fundamental: en el perfil
de un padre o una madre que maltrata, hay una historia de violencia.
Se puede ver un comportamiento en que hay una agresión que
no es sistemática, mientras que el maltrato pierde el
supuesto "fin educativo" y se transforma en golpear por
golpear.
Los golpes no son la única forma de maltrato.
Existe la violencia psicológica que muchas veces no se
interpreta como tal, porque a este lo hemos ligado con el
daño físico evidente.
También existe la tendencia entre los adultos de
culpar a los niños de todo y justificar el castigo
físico en que este los saca de quicio. Al focalizar la
causa del problema siempre en el niño y castigarlo por eso
no estamos solucionando lo que consideramos inadecuado, pues no
le damos ninguna alternativa. Los padres pueden revertir sus
conductas maltratadoras, pero con ayuda, como talleres y cursos realizados
en el colegio de sus niños.
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